No sabemos si nació para ser gracioso o creerselo. Y para el caso, da igual. La realidad es que se ha convertido en el histrión, fantoche, grotesco y chocarrero de un sector que se merece algo más.
Pero, la verdad, la culpa no es sólo suya, sino de aquellos que le dan el protagonismo que no se merece y que hacen que se crea más de lo que en realidad es y que le permiten que repita repertorio y no sepa lo que significa la palabra «innovación».