¿Suerte? Hay que buscarla y aunque en el golf se da en más de una ocasión con triunfos de golfistas inesperados o cuyo nombre nunca aparece entre los candidatos, hay que llamarla con fuerza, hay que saber buscar las oportunidades. El bueno de Martin Laird lo ha hecho en este Shriners Hospitals for Children Open de Las Vegas y su recompensa ha merecido la pena.
Cuatro días muy regulares de golf que finalizaban con una vuelta de 68 golpes y un total de -23 para empatar en lo alto de la tabla con dos norteamericanos, Austin Cook y Matthew Wolff.
Lógicamente, era la »cenicienta» de los tres, el más débil sobre el papel teniendo en cuenta que llevaba siete años sin saber lo que era levantar un título y que la racha que traía, con tres top 10 en casi 40 torneos, era cuanto menos negativa, pero les sorprendió a los dos.
Y lo hizo con cierta dosis divina, con un milagro que llegó en forma de putt mágico en el hoyo 17 que sirvió para salvar el par tras un approach muy a la derecha del hoyo y después con un putt de unos cinco/seis metros que hubiese hecho temblar a más de uno, pero entró.
Y después repetiría en el desempate, en el mismo hoyo, tras igualar con sus dos rivales en la primera intentona (todos igualaron el par del hoyo 18), metiendo otro incluso más largo, en su segundo golpe, dejando sin opciones a Cook y Wolff. Trabajo hecho y título al bolsillo.
Más allá del gran protagonista por su triunfo, destacar el octavo lugar de Bryson DeChambeau, quien sigue sumando buenas actuaciones (66 golpes), el puesto 13º de Joaquin Niemann, el T19 de Louis Oosthuizen o el T24 de Cameron Smith.
Sergio García finalizó en el puesto 43, con las prestaciones cada vez peor y la pólvora demasiado mojada; concluyó su actuación con un mal día de 73 impactos (cuatro birdies y seis bogeys) para caer 24 puestos, hasta el -12 de acumulado.
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Fotos: PGA Tour