Sabía que a su golf le faltaba algo, un poco de ‘punch’ para pelear de tú a tú por las victorias y decidió, en vez de seguir investigando con sus palos, hacerlo con él mismo. Ha ganado músculo para tener más potencia y poder alcanzar las yardas de Brooks Koepka, Dustin Johnson o Jon Rahm, con un aumento sensible del peso gracias a las proteínas que ingiere en su dieta y se ha notado. Golpes más largos, más fuertes, de más yardas…y victoria.
Así, Bryson DeChambeau ha salido del laboratorio y ha obtenido un nuevo éxito que confirma que sus estudios pocas veces se equivocan. En una vuelta de tuerca más a sus experimentos, ganaba músculo para ganar torneos.
Y es que, durante la cuarentena, además de a diversas labores sociales y a jugar a videojuegos, también se ha dedicado a investigar qué puntos flacos le quedaban para dar ese pasito necesario, y parece haberlos descubierto, pues desde el regreso de la competición su nombre siempre está en la parte alta, con vueltas bajas y ahora ha puesto la guinda.
Vuelta de 65 golpes, la más baja de los cuatro días para él (ocho birdies y un bogey) para sacarle tres de ventaja al segundo, su compatriota Matthew Wolff (71) y cinco al tercero, Kevin Kisner. Demostración de potencia y acierto. Y es que sus números lo dicen todo, con golpes desde el tee que superan en todos los casos las 344 yardas y que alcanzaban su cúspide el domingo con uno de 377, ¿quién da más?
Inalcanzable también el »científico del golf» para Danny Willet (cuarto empatado), Cameron Champ, Matt Wallace y Rickie Fowler (12º), Hideki Matsuyama (21º) o Tony Finau (53º).
Los rivales, por su parte, también ayudaron al triunfo, pues ninguno terminó de inquietarle lo suficiente ni de lograr birdies que amenazasen su victoria. Un domingo de Campos Elíseos, comodidad absoluta para DeChambeau a pesar incluso de una bola al agua en el hoyo 14. Nadie le inquietó, nadie le hizo que sacara todo su repertorio.
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Fotos: PGA Tour