Eran las ocho de la mañana en Torrey Pines, con el sol aun calentando con los primeros rayos el campo y los dos protagonistas ya realizando ejercicios de calentamiento desde hacía tiempo.
Se volvían a saludar, les volvían a presentar y de nuevo ahí, en el tee del 18, frente a frente y con la mirada seria, calculando por dónde tirar y por dónde podría ir el rival.
La primera ventaja fue para Noren, al menos sobre el papel, ya que posee mayor potencia con el driver y eso le ayudó a irse un poco por delante; sin embargo, en el segundo calculó mal. Intentó llegar de dos al green del par 5 que es el 18 pero sus cálculos fueron erróneos y se fue al agua a pesar de que la bola estuvo a punto de favorecerle con el bote, pero la pendiente jugó su papel, tocado y hundido, porque ya no se recuperaría.
Ligera sonrisa de Day, que visto lo visto fue más conservador con el segundo y más directo con el tercero, sabedor de que tenía uno de ventaja. Se fue directo a por el green y la dejó muy cerca, a poco más de medio metro para embocar después el putt que le otorgaba el birdie.
Noren, necesitado de inspiración y suerte, intentó atacar desde su dropaje, su única opción, pero no se asomó al acierto ni de lejos, se fue largo y desviado y acabó claudicando con un bogey.
Título para que Day abandone su travesía por el desierto de los últimos tiempos; de hecho, no vencía desde el 2016 en The Players, salpicado por un mal momento de forma, dolores en la espalda y un juego que no terminaba de responderle. Ahora, consigue meterse de nuevo entre los 10 mejores del mundo, un lugar que, por calidad, no tendría que haber abandonado.
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Fotos: PGA Tour