Rory McIlroy estaba en el torneo porque aparecía en la clasificación, pero hasta el lunes no hubo excesivas noticias de él más allá de una lenta pero progresiva recuperación de sensaciones con el putter pero…ha vuelto, y lo ha hecho para adjudicarse el Deutsche Bank Championship y para sentar cátedra antes de la Ryder, otro gran objetivo para él.
Una última vuelta de 65 le daba vida y luz, algo de lo que careció durante el torneo y durante los últimos campeonatos, donde ha estado lejos de los mejores y se le ha visto deambular por los campos con la mirada perdida, hasta que ha vuelto a encontrar la inspiración.
Lo dicho, los problemas con el putter se han ido solucionando con el paso de los días y sus siete birdies matizados por un bogey son buena prueba de ello, ya que ha puesto en práctica lo aprendido con uno de los maestros de este arte, Phil Kenyon.
Eso sí, llegar hasta arriba, con seis golpes de desventaja, le ha costado, y ha tenido que superar, uno por uno, a hombres más regulares y con mejores números en Boston que él, entre ellos el segundo clasificado final, Paul Casey, quien ha visto como en el último suspiro y tras un mal día (73), caía al segundo puesto a dos golpes del norirlandés.
Junto a McIlroy sonreía Darren Clarke, quien ha recuperado a uno de los estandartes de su equipo, un jugador que se ha aupado al cuarto puesto de la FedEx Cup, solo superado por Patrick Reed, Jason Day y Dustin Johnson, adelantando a Adam Scott y Jordan Spieth.
Precisamente estos, Day y Spieth, no terminaron muy bien. Mientras que el australiano hacía 67, su mejor vuelta, se tenía que conformar con el puesto 15, mientras que Spieth hacía 69 para irse hasta el 21.
En cuanto a Sergio García, otro día no demasiado bueno, con 70 impactos, para caer al puesto 24 en un torneo de más a menos que ha terminado con cinco birdies y cuatro bogeys.
Ojo pues con McIlroy que ha vuelto, y puede haber encendido todas las alarmas de Day, Spieth y Johnson. El norirlandés ataca de nuevo.