Sin embargo ayer en la primera jornada en el PGA National parecía el Rory McIlroy de siempre. Presentó una tarjeta de 63 golpes, siete bajo par, para situarse en lo más alto de la clasificación con un golpe de ventaja sobre Russell Henley.
Esta primera jornada ha hecho visible el cambio del norirlandés desde que jugara este mismo torneo el año pasado, donde paseó su frustración por el campo, donde en la mitad de la segunda ronda jugaba siete golpes sobre el par del campo.
Este año la situación era radicalmente distinta, McIlroy, tenía todo bajo control, su juego y él mismo. Hizo siete birdies sin ningún bogey, embocó un par de putts largos, incluido uno de casi catorce metros para birdie en el hoyo 11, par 4.
“He llegado a un punto en el que me siento muy cómodo con todo mi juego y mi swing”, comentó McIlroy.
Esta transformación se inició en gran medida a finales de la temporada pasada donde tras un quinto y sexto puesto en Asia, consiguió la victoria en Australia y un segundo puesto en Abu Dhabi. Ha sido un camino muy largo desde el pasado verano donde no encontraba su juego.
“Cuando estas enfocado y jugando de la forma en que lo hago en este momento, sintiéndome tan cómodo en todo, uno se pregunta como es que alguna vez pude sentirme tan incomodo. Y al contrario como estando tan incomodo, piensas que alguna vez te sentiste tan cómodo. Es tan sólo una pequeña cosa para hacer el click”
Gonzalo Fernández-Castaño lidera la participación española, con una tarjeta de 71 golpes, uno sobre el par del campo. Un birdie y un bogey en los primeros nueve hoyos. En los segundos nueve dos bogeys por un solo birdie.
Sergio García, por su parte tampoco arrancó con buen pie, 72 golpes, dos sobre par, cinco bogeys por tres birdies.