24 de noviembre de 2024

Miguel Ángel Jiménez toma posiciones para llevarse el triunfo

Miguel Ángel Jiménez toma posiciones para llevarse el triunfo

Miguel Ángel Jiménez, espíritu quinceañero en armazón de hierro, borbotón de magia inagotable ofrecida con mano de seda, se encuentra en disposición de añadir otra muesca gloriosa a su admirable cinturón de éxitos. El malagueño, pasión desbordada por cada uno de sus poros, se encuentra segundo a falta de 18 hoyos en el Open de España, una de las joyas de la corona que falta en su admirable currículo deportivo.

Interfiere en el camino el belga Thomas Pieters, una joven promesa de 22 años, sin pedigrí golfístico destacado hasta el momento –en la segunda jornada accedió al liderato en un torneo del European Tour, la primera vez en su todavía corta carrera– que está realizando una propuesta descarada frente a un personaje que exhibe galones de general golfístico, dos golpes de ventaja que, en un ronda final a cara de perro, todo el mundo sabe que pueden evaporarse en un suspiro.
 
Experiencia gloriosa frente a ganas de comerse el mundo –“podían ser mis hijos”, dijo Miguel Ángel Jiménez de una buena parte de su legión de adversarios mientras se fumaba un puro como recompensa al trabajo bien hecho–, Miguel Ángel Jiménez considera el Open de España un tesoro vital, y por ello se afana en cumplir uno de sus grandes sueños, un sueño de carácter colectivo, compartido por los miles y miles de aficionados al golf español que ansían, como el admirable malagueño, unir al trofeo de este torneo más que centenario el nombre de un jugador simplemente genial.
 
La gesta de Miguel Ángel Jiménez precisa de largo recorrido, iniciado en la primera jornada, refrendado en la segunda –cuando anunció, a quien quisiera escucharle, “que viene ‘el Pisha’ a por el Open de España”– y gestionada a las mil maravillas en la tercera, cuando desde la octava plaza se permitió el lujo de, uno tras a otro, adelantar a quienes le precedían en la clasificación a base de aciertos, cuatro birdies en los siete primeros hoyos que produjeron, sin exageración alguna, auténticos rugidos de satisfacción en la inmensa legión de aficionados que seguían su partido, conscientes de la importancia de estar ahí, en el sitio preciso en el momento adecuado, justo en ese instante cuando Miguel Ángel Jiménez está donando magia golfística a manos llenas.
 
Llegó un tropiezo –un bogey en el hoyo 9– antes de afrontar una segunda vuelta asimismo admirable, dos nuevos birdies consecutivos, en los hoyos 12 y 13 –¡vaya putt en éste último, desde unos veinte metros!–, que le animaron a girarse sobre sí mismo todo en redondo, en actitud torera, para enfundarse el putt en el cinturón como si de un estoque se tratara.
 
“No me he aplaudido a mí mismo porque no podía”, refería entre risas un jugador que, en ese punto, se situaba de líder momentáneo en solitario como culminación a una obra auténticamente cumbre.
 
Luego, sí, llegó un bogey en el 15 y otro más en el 18, tropiezos inoportunos en el marco de un proyecto ganador que asimismo desean, ojo, jugadores jóvenes como Thomas Pierters, cabeza de lanza de una auténtica legión de enemigos, algunos de ellos con mucho golf en sus manos, que constituyen descarada alternativa a quien luce galones de general a base de éxitos.
 
Al belga, principal objetivo a batir por todos en la última jornada, no le tembló el pulso durante la tercera ronda, iniciada como líder con un golpe de ventaja y concluida asimismo como líder con dos, una interesante propuesta a base de regularidad –vueltas de 69, 69 y 71– en un escenario, el PGA Catalunya Resort, que se está evidenciando como un fiero enemigo silente.
 
A ‘El Mecánico’, faltaría más, no le achanta semejante colección de numerosas alternativas, que si Richard Green, que si Chris Wood, que si Richie Ramsay…, nada menos que diez jugadores separados por cuatro golpes en lo que se anotoja batalla sin cuartel. Y ahí, en el fragor de la lucha, estará ‘El Pisha’. Palabra de MAJ.

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