Concretamente, en la millonaria tentativa saudí de proyectar un escenario alternativo de competición que haga dinamitar las bases del actual PGA Tour, que hasta la fecha parece conservar sus planes para este curso.
Desde el circuito estadounidense se lanza un discurso que invita a la calma. El propio Jay Monahan, máximo dirigente del PGA, declaró el pasado martes que todo marcha según lo previsto para el conseguir el buen desarrollo de la temporada. Además, dio a entender que la rumorología en torno al nacimiento de ligas paralelas no trastoca la trayectoria y la fuerza que durante años ha sabido acumular la entidad norteamericana.
Del otro lado está la propuesta que se plantea desde Arabia Saudí con la denominada Super Golf League, que llegaría financiada por el Fondo de Inversión Pública del país arábigo. De igual modo, tendría a su favor la disconformidad expuesta por algunos jugadores que no ven justo el reparto que el PGA Tour hace de determinadas recompensas económicas, basadas exclusivamente en el rendimiento de los golfistas dentro de una cita concreta. El proyecto saudí tiene como objetivo inmediato reclutar el mayor número posible de participantes de primer nivel, pero para ello no sólo emplearía necesariamente una inyección de dinero más grande, sino una garantía de recompensas más abultadas por jugar en campos más pequeños. La idea está sobre la mesa, precisamente ahora, cuando las apuestas deportivas seguras en torno al desenlace del The Players Championship alcanzan su punto más alto y la producción de dinero del PGA maquilla un poco sus deficiencias.
Es cierto que la incertidumbre planeó sobre el futuro del PGA, máxime cuando Phil Mickelson, ganador de seis torneos majors, declaró abiertamente su defensa por la Super Golf League, señalando al mismo tiempo el nivel de codicia que se había implantado en el circuito estadounidense. A pesar de la opinión de una figura tan importante en la historia de este deporte, las nuevas generaciones de golfistas con talento están posicionándose a favor del PGA Tour, lo que a su vez conlleva un medio plazo poco prometedor para el plan saudí. Ahora bien, más allá de líneas generales, el desacuerdo con respecto al esqueleto financiero del Tour sigue estando muy presente.
Las cifras de la discordia
Uno de los cambios de mayor calado que ha puesto sobre la escena el PGA Tour es el relativo a los derechos de imagen de sus golfistas. El nuevo acuerdo que el circuito mantiene con los medios de comunicación supone unos ingresos que superan los setecientos millones de euros. El debate está en la distribución que se hace de ese dinero, y es que los jugadores que producen el grueso de una cantidad así no entienden que esta se reparta en función de los méritos deportivos y no se tenga tan en cuenta a los golfistas que la generan.
Las cifras que ha venido manejando el PGA ha provocado que crezcan los premios de los torneos en más de cincuenta millones de euros. Ahora bien, en torno a la mitad de ese dinero fue dirigida a la FedEx Cup, cuyo funcionamiento se basa en destacar a aquellos jugadores que han conseguido un mayor número de puntos en la temporada. Lo mismo ocurre con los otros veinticinco millones de euros, que van a parar a quienes logren posicionarse en la zona de playoffs.
Se trata de un panorama que no convence a las grandes estrellas, dado que son ellos los verdaderos artífices de todo ese caudal económico y no terminan de ver con buenos ojos que este se emplee en premiar a otros. En este sentido, el PGA ha decidido destinar una suma total de nueve millones para recompensar con hasta ciencuenta mil euros a aquellos deportistas que disputen un mínimo de quince eventos. Con esta medida se persigue estimular a los niveles más bajos de la competición, permitiendo con ello que el dinero se reparta entre un mayor número de personas. Este planteamiento choca de frente con gente como Colin Morikawa, que considera que lo ideal sería desglosar ese presupuesto en partidas más grandes para un menor volumen de candidatos.
En cualquier caso, con este horizonte de por medio, el papel de Arabia Saudita cobra más relevancia, y es que la Super Golf League contaría con un montante presupuestario de hasta mil millones de euros, unos números que como poco despiertan una ligera inquietud en el territorio PGA.