El bullicioso hoyo 16 del Phoenix Open fue un hervidero desde el momento en que los primeros aficionados recuperaron el aliento en los asientos tras cruzar a toda prisa las puertas del torneo.
Los gritos colectivos de «métela» retumbaron en las gradas cuando un miembro del equipo de mantenimiento cortó el hoyo del día, y las latas ensuciaron el green al ser arrojadas por la emoción.
Las reprimendas de los agentes de policía presentes en el hoyo 16 advirtieron a los aficionados de posibles detenciones o de su expulsión de la zona por arrojar basura, por miedo a perder un preciado lugar el domingo, los aficionados dieron un paso atrás.
Pero a pesar de las advertencias, las lluvias de cerveza acabaron cubriendo la hierba cuando Sam Ryder y Carlos Ortiz hicieron dos hoyos en uno en menos de 24 horas.
Aunque parece que todos los que tienen la suerte de conseguir un asiento se lo pasan en grande, el 16 también tiene su lado negativo, que a menudo se pasa por alto. Numerosas detenciones, víctimas de golpes de calor y casos de intoxicación extrema no son inusuales para los socorristas repartidos por el campo del TPC Scottsdale.
Según los funcionarios del Departamento de Bomberos de Scottsdale, se calcula que el torneo tuvo una asistencia el sábado de unos 250.000 aficionados, lo que rivaliza con la población de la propia ciudad de Scottsdale. Sólo el sábado, los primeros intervinientes atendieron a 25 personas por intoxicación y recibieron 54 llamadas por otros incidentes en el campo.
«Tenemos dos equipos a pie, un equipo en bicicleta y un equipo de buggies que rodean el hoyo 16, sólo para atender a la gente en ese hoyo», dijo el oficial de información pública de los bomberos de Scottsdale, Dave Folio.
Tanto para los jugadores como para los aficionados, este par 3 puede ser una experiencia un tanto desalentadora. Dan Fox, que supervisa el hoyo 16 confirma que alrededor del 90 por ciento de los aficionados que acuden al torneo ni siquiera ven el green porque están esperando a entrar.
Fox dijo que hay una línea mantenida por los oficiales del torneo que, si se cruza, requerirá la expulsión del campo, como el abuso de los jugadores. «Queremos que estos jugadores quieran seguir viniendo», dijo.
Si lo que vimos esta semana en el Phoenix Open termina yendo a más, quizá los grandes jugadores se lo piensen a la hora de acudir al torneo. Cientos de latas en el green no es la imagen que se debe difundir del juego del golf.