Una incesante actividad que ha sumado más de 4.000 nuevas licencias a la familia del golf en el primer trimestre del año.
El golf está en todo su esplendor en estos tiempos de la COVID-19, en los que escuelas y campos se llenan de aficionados día sí y día también. Los madrileños quieren más golf.
Los golfistas se han “echado” literalmente a las diversas instalaciones a pasar grandes momentos, practicando, mejorando o aprendiendo su deporte favorito en contacto con la naturaleza.
Nada importa: que llueva, que hiele, que los termómetros se desplomen… este año tan intenso y tan raro, nada ni nadie frena el entusiasmo de los golfistas.
Y la pasada Semana Santa, con la Comunidad de Madrid en cierre perimetral, los campos madrileños rozaron el récord histórico.
Al aire libre, sin contacto y en solitario, la práctica del golf es una de las más seguras frente al COVID-19, contando además con un protocolo validado por el Ministerio de Sanidad, elaborado juntamente con las Asociaciones y Federaciones más representativas. Este protocolo se aprobó en pleno confinamiento, el pasado mes de mayo del 2020 con la colaboración de sindicatos, CCAA y la Federación Española de Municipios y Provincias, y coordinado por la Secretaría de Estado de Turismo.
La crisis del coronavirus abre una oportunidad única para evaluar el impacto que el deporte, la actividad física y el ejercicio pueden tener en la esperanza de vida de los ciudadanos teniendo en cuenta que un 13,4% de las muertes en nuestro país son atribuibles a la inactividad física.
Se ha demostrado que la práctica de deporte en espacios abiertos, además de consolidado como prioridad, oxigena la mente y el cuerpo y potencia la síntesis de la vitamina D. Además, el entorno en el que es practicado ayuda a combatir y ralentizar las enfermedades mentales, otra de las consecuencias más inmediatas de la pandemia sobre la que comienzan a alertar diferentes expertos.