Jugador, directivo, apasionado y metódico en su trabajo, pero no ha podido con el coronavirus. El mundo del golf despide a uno de sus grandes impulsores a los 80 años de edad, Luis Álvarez de Bohorques.
A sus espaldas se escriben la friolera de 25 años, cinco lustros, como director Gerente de la Real Federación Española de Golf, pero desde pequeño con un palo en las manos, creciendo a la par que lo hacía el golf, sin dejar de aprender ni de ilusionarse cada vez que saltaba al campo. En 2006 fue cuando decidió jubilarse, pero nunca desligarse del golf, ya que entró a formar parte del staff directivo de la RFEG en el puesto de Secretario General, pues el golf le corría por las venas, era como una droga para él.
Vasco de nacimiento (San Sebastián – 1939) el golf entró en él desde pequeño y como jugador acumuló un excelente palmarés en el que destacan los títulos de campeón de España Infantil (1953 y 1954), campeón de España Absoluto por Parejas (1964, 1965 y 1966), ganador del Internacional de España Individual (1965) y por Parejas (1961), y subcampeón de España Individual Absoluto (1963 y 1964)–, todo ello hasta que en 1966 ingresó como vocal en la RFEG para desempeñar sucesivas funciones de creciente importancia en el ámbito federativo, y posteriormente, en 1980, asumió el puesto de director Gerente en este mismo organismo federativo, una prolongada y al tiempo prolífica actividad de asistencia y asesoramiento a todos los órganos deportivos, de gobierno y representación de la RFEG.
En 1971 pasó a ocupar vicepresidencia y a dirigir el Comité Técnico de Aficionados; con posterioridad fue miembro de la Comisión Permanente y del Comité Administrativo antes de, a finales de la década de los 80, compatibilizar los puestos de Secretario General y Director Gerente de la Real Federación Española de Golf, garantizando desde entonces la buena marcha económica y administrativa de este organismo federativo.
Fue, entre otras cosas, uno de los principales impulsores de la Copa del Mundo celebrada en el Club de Campo Villa de Madrid en la década de los 60 y del Open de Madrid de Profesionales.
Por otro lado, también mantuvo unas relaciones estrechas y muy cordiales con los distintos presidentes del organismo, a los que asesoró y ayudó en todo lo posible (Luis de Urquijo, Juan Antonio Andreu, Juan Manuel Sainz de Vicuña, Juan Castresana, Luis Figueras-Dotti, Emma Villacieros y Gonzaga Escauriaza), haciendo crecer a la RFEG desde la precariedad que se encontró a su llegada, como él mismo comentó en más de una vez, cuando la sede de la Federación se ubicaba en la calle Bailén.
Caracterizado por su honestidad y fidelidad, además de por su admiración por Severiano Ballesteros, Álvarez de Bohorques poseía una memoria prodigiosa que ponía de manifiesto en todas las ocasiones en las que era consultado para conocer hasta el más pequeño dato relacionado con el golf español.
Su pasión por este deporte, que ha formado parte intrínseca de su vida desde su niñez, le llevó a promover en los últimos años la edición de tres volúmenes de la ‘Historia del Golf en España’ para »honrar a quienes nos han hecho grandes», un deseo del que él mismo forma ahora parte.
Madridista hasta la médula, su afición le llevaba a agasajar de forma permanente al conjunto de empleados de la RFEG con sus famosos churros para el desayuno cuando se producía la victoria de su equipo.
Sus innegables méritos como directivo brillante (fue asimismo Presidente del RCG Puerta de Hierro) y, durante toda su vida, alma mater en el Real Golf Club de Zarauz, con una dimensión que sobrepasó al ámbito del golf para alcanzar al conjunto del deporte español, fueron reconocidos en su momento, al margen de con otros muchos galardones, con la Medalla al Mérito Deportivo, en su categoría de Plata, y la Medalla al Mérito en Golf de la RFEG.
Desde la RFEG y por supuesto también desde este periódico, le damos nuestro mayor ánimo a su familia y amigos y les enviamos mucha fuerza en estos duros momentos. Descansa en Paz don Luis.
