La alimentación, especialmente si se compite al más alto nivel, es un elemento que tiende a olvidarse en favor de la preparación técnica, táctica o física pero que en el fondo puede ayudar a mejorar bastante el rendimiento.
Especialmente destacada es la importancia que tiene en un juego que comparte tanto desgaste físico como mental, como es el golf, donde se necesita energía de manera continuada para mantener un rendimiento constante, especialmente en los últimos hoyos, ya que es en ese momento se pone a prueba no solo la calidad del jugador, sino también la energía de que dispone y su resistencia.
Alimentarse con una dieta nutritiva y equilibrada, a base de alimentos variados, puede llegar a proporcionar al jugador o jugadora una ventaja esencial, ya que el nivel de rendimiento podrá mantenerse de manera más prolongada si el suministro de energía procedente de los carbohidratos de los alimentos es capaz de relevar el gasto de la energía almacenada en el cuerpo.
Las pérdidas de agua y sales minerales también han de reemplazarse (especialmente en la temporada estival, cuando más calor hace). Por lo tanto, las bebidas consumidas durante o después del ejercicio son esenciales.
Una alimentación variada
Además de la ingesta de líquidos, es muy importante la de elementos sólidos y hoy en día, afortunadamente tenemos a nuestra disposición alimentos tales como frutos secos, bebidas energéticas, frutas, verduras, comida sin grasa o con menos azúcar…
Sin embargo, muchas personas creen que solo hay dos tipos de alimentos: los »buenos» y los »malos» y que una dieta correcta consiste en evitar todos los del tipo »malo», algo que no siempre es así al 100%.
La primera regla de una buena dieta es probar y consumir la totalidad de alimentos, cuanto más amplia sea la variedad, mejor aunque, eso sí, hay que dar prioridad a los alimentos ricos en nutrientes que atiendan a las necesidades específicas del ejercicio. No obstante, hay espacio para todos los alimentos, incluso para aquellos que suponen »darnos un capricho».
