Miramos al fondo y, desde el tee ligeramente elevado, contemplamos la belleza de este hoyo y su magnífico final. Se trata de un par 3 de poco más de 180 metros que está considerado como uno de los mejores de Indianápolis, así como una de las obras maestras de Pete Dye.
Lógicamente, hay que evitar el agua a toda costa, pero tampoco conviene perder de vista el gran árbol del lado derecho, así como tener muy en cuenta dónde se coloca la bandera.
El agua defiende poderosa toda la parte delantera y derecha del green, mientras que en el lado izquierdo nos encontramos con un bunker y una de las firmas de Pete Dye, traviesas de ferrocarril, que pueden enganchar nuestra bola o hacerla rebotar y que se dirija a saber en qué dirección.
Si la bandera se acerca mucho a la frontal del green, dará la sensación de que tenemos un escalón en medio y dos greenes diferentes, mientras que si está algo más retrasada, es bastante más asequible.