Llegamos al diseño hawaiano de Robert Trent Jones Sr., primer campo construido en la isla más grande de Hawai. Construido sobre un terreno de lava volcánica, su verdor y la cercanía del mar chocan con las piedras oscuras que le rodean y que hacen de él un magnífico recorrido.
Negro, verde y azul se juntan en este hoyo pegado al mar, un par 3 de casi 200 metros en el que hay que tener cuidado con el viento, para que no se lleve nuestra bola al mar.
En el primer golpe, hay que sobrepasar el mar, y por ello hay que golpear la bola con fuerza, con decisión, con el firme objetivo de llegar de uno al green; eso sí, muchos jugadores demuestran aquí la tentación de repetir el golpe una segunda vez, jugándose otra bola, ya que la vista y la impresión que da es magnífica.
El green estará en diagonal ante nosotros, parapetado entre greenes que lo defienden por delante y lo aseguran por detrás y que, en este caso, serán nuestro mayor aliado, ya que siempre será mejor que nuestra bola encalle aquí que golpee contra las negras rocas y salga disparada en cualquier dirección.