Cuando a finales de los 80 Pepe Gancedo fue a conocer la finca donde se ubica Golf Lerma, que entonces era un campo de labranza lleno de amapolas, inmediatamente se enamoró de la zona, del paisaje y del cielo castellanoleonés y exclamó: “¿Para qué me necesitáis? El campo de golf ya está hecho, lo hizo Dios”.
“Pedí un plano y fotos aéreas, había 24 sabinas en una plantación de cebada, eran árboles que se dejaban crecer para descansar debajo con el botijo cuando plantaban y araban los campos. El entorno era una maravilla con colinas muy suaves, y debía aprovechar las sabinas centenarias para que entrasen en juego. Todo lo demás tenía que ser creado. Me instalé allí 15 días y empecé a apreciar el cielo de Castilla, más grande que el de Málaga e incluso que el de Tenerife, donde ya había diseñado el Golf del Sur. Procuré darle forma sin romper mucho, me daba miedo meterle un lago a Castilla. Escarbé y encontré arcilla pura, en la finca había agua al hacer los estratos. En el hoyo 11 no había nada donde agarrarse, solo tres sabinas y la suavidad de sus lomas”, recordaba Pepe Gancedo en una entrevista con motivo del décimo aniversario de Golf Lerma en abril de 2003.
En homenaje a la figura de Pepe Gancedo y en reconocimiento a su trabajo durante décadas entregado en cuerpo y alma a este deporte, Golf Lerma organiza este segundo Memorial conjuntamente con el Parador Nacional de la Villa Ducal, cuya rehabilitación también recibió el impulso creador del malagueño, y que en esta ocasión ha elaborado un paquete especial para los asistentes al torneo.
Golf Lerma se inauguró en 1992 y el Parador, con 70 habitaciones, en el 2003.