Golf Confidencial . El golf, denostado por el comunismo por ser un pasatiempo de la burguesía, se ha rehabilitado en los últimos años. Para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 se construyó un complejo de entrenamiento valorado en unos 80 millones de dólares.
Mientras que los poderes públicos tratan de favorecer las condiciones para los jóvenes jugadores, tan talentosos como patrióticos, una nueva generación de prodigios emerge empujados por unos padres ricos, ambiciosos y estrictos. Ye Wocheng, de 13 años, entró en la historia al jugar el Abierto de China con 12 años y 242 días, rompiendo el récord anterior de su compatriota Guan Tianlang. Con su aparato en los dientes, Ye defiende las virtudes del trabajo: “Habrá muchos grandes jugadores chinos en el futuro. Muchos niños juegan al golf en China y son muy trabajadores. Entrenan duro y sus padres son muy estrictos. A veces no juegan bien y sus padres les gritan o les pegan”.
Según el vaticinio de este joven prodigio la mitad de los 100 primeros jugadores del mundo serán chinos en unos 20 años. En la actualidad, sólo hay seis jugadores chinos entre los 1.000 del PGA Tour. Liang Wenchong es el mejor clasificado, ocupando el puesto 107.
El enfoque espartano que se utiliza en el deporte muchas veces se inicia en la escuela, según Amy Chua, profesora de derecho de la prestigiosa universidad de Yale. En 2011 Chua desencadenó un debate con la publicación de su obra ‘El libro de batalla de la madre tigre’, en el que alababa las virtudes de la coerción y de la disciplina educativa.
Muchos de los actuales talentos infantiles encuentran en Tiger Woods un referente. La estrella estadounidense fue tutelado por sus padres hasta el extremo antes de convertirse en uno de los mejores deportistas del mundo. Woods reconoció el papel de su padre, un antiguo militar, y de su madre, de nacionalidad tailandesa, a la hora de explicar su excepcional carrera.
El padre de Ye no dudó en gastar cientos de miles de dólares para entrenar a su hijo, contratando al británico David Watson, preparador de Lee Westwood y Justin Rose antes de que se convirtieran en profesionales. La familia reside en la ciudad de Dongguan (sur de China) pero ya prepara el salto a Estados Unidos para impulsar la carrera del niño.
Mientras tanto, Ye y Guan se entrenan en el lujoso Lion Lake Country Club, cuyo restaurante está adornado con las fotografías de los dos prodigios. “Tenemos un green exclusivo para Guan. Él no paga por jugar, los jóvenes necesitan de un entorno en el que desarrollar sus talentos”, explicó el presidente del club, Zheng Jingfen.
A algunos kilómetros de allí se llega al inmenso Mission Hills, también en Dongguan, el campo de golf más grande del mundo con 12 recorridos. Fue aquí donde Ye ganó en junio un torneo para menores de 18 años, con una tarjeta de dos bajo par en un campo diseñado por el legendario Jack Nicklaus especialmente para jugadores de más de nueve años. Hasta el Mission Hills se desplazó Chen Geyi, de 14 años, debido a que en Pekín “no se puede jugar al golf en invierno”. Su padre, Chen Daxin, se mudó “por razones profesionales”, pero admitió que el entrenamiento de su hijo le obliga a invertir grandes sumas de dinero. “Con normalidad, los padres no se preocupan del coste cuando se trata de cuestiones de interés para sus hijos. Algunos abandonan su carrera para apostar todo por el futuro de sus hijos”.
Fuente: Al Día
Golf Confidencial
El estado chino ha comenzado a invertir en el golf, como ya hacía en muchos deportes, pero el futuro de esta disciplina en el gigante asiático depende en gran medida del creciente interés de algunos padres por convertir a sus hijos en estrellas.
El golf, denostado por el comunismo por ser un pasatiempo de la burguesía, se ha rehabilitado en los últimos años. Para los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 se construyó un complejo de entrenamiento valorado en $80 millones.
Mientras que los poderes públicos buscan ahora favorecer las condiciones para los jóvenes jugadores, tan talentosos como patrióticos, una nueva generación de prodigios emerge empujados por unos padres ricos, ambiciosos y estrictos.
Ye Wocheng, de 13 años, entró en la historia al jugar el Abierto de China con 12 años y 242 días, rompiendo el récord anterior de su compatriota Guan Tianlang.
Con su aparato en los dientes, Ye defiende las virtudes del trabajo: “Habrá muchos grandes jugadores chinos en el futuro. Muchos niños juegan al golf en China y son muy trabajadores. Entrenan duro y sus padres son muy estrictos”.
“A veces no juegan bien y sus padres les gritan o les pegan”, añadió. Según el vaticinio de este joven prodigio la mitad de los 100 primeros jugadores del mundo serán chinos en unos 20 años.
Actualmente sólo hay seis jugadores chinos entre los 1.000 del circuito americano (PGA). Liang Wenchong es el mejor clasificado, ocupando el puesto 107.
El enfoque espartano que se utiliza en el deporte muchas veces se inicia en la escuela, según Amy Chua, profesora de derecho de la prestigiosa universidad de Yale.
En 2011 Chua desencadenó un debate con la publicación de su obra El libro de batalla de la madre tigre, en el que alababa las virtudes de la coerción y de la disciplina educativa.
Muchos de los actuales talentos infantiles encuentran en Tiger Woods un referente. La estrella estadounidense fue tutelado por sus padres hasta el extremo antes de convertirse en uno de los mejores deportistas del mundo.
Woods ha reconocido el papel de su padre, un antiguo militar, y de su madre, de nacionalidad tailandesa, a la hora de explicar su excepcional carrera.
El padre de Ye no ha dudado en gastar cientos de miles de dólares para entrenar a su hijo, contratando al británico David Watson, preparador de Lee Westwood y Justin Rose antes de que se convirtieran en profesionales.
La familia reside en la ciudad de Dongguan (sur de China) pero ya prepara el salto a Estados Unidos para impulsar la carrera del niño.
Mientras tanto Ye y Guan entrenan en el lujoso Lion Lake Country Club, cuyo restaurante está adornado con las fotografías de los dos prodigios.
“Tenemos un green exclusivo para Guan. Él no paga por jugar, los jóvenes necesitan de un entorno en el que desarrollar sus talentos”, explica el presidente del club, Zheng Jingfen.
A algunos kilómetros de allí se llega al inmenso Mission Hills, también en Dongguan, el campo de golf más grande del mundo con 12 recorridos.
Fue aquí donde Ye ganó en junio un torneo para menores de 18 años, con una tarjeta de dos bajo par en un campo diseñado por el legendario Jack Nicklaus especialmente para jugadores de más de nueve años.
Hasta el Mission Hills se ha desplazado Chen Geyi, de 14 años, debido a que en Pekín “no se puede jugar al golf en invierno”.
Su padre, Chen Daxin, se ha mudado “por razones profesionales”, pero admite que el entrenamiento de su hijo le obliga a invertir grandes sumas de dinero.
Fuente: Al Día
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