22 de noviembre de 2024

Hoyo 9: Turnberry Golf Club. Ailsa Course

Hoyo 9: Turnberry Golf Club. Ailsa Course

En el Turnberry Golf Club hay dos recorridos posibles, si bien el Arran Course de par 69 es un punto curioso donde jugar y de paso visitarlo, no cabe duda que la verdadera joya de Turnberry es el Ailsa.

Golf Confidencial A finales del siglo XIX, este sector costero era propiedad de una empresa ferroviaria, y luego se uso como aeródromo en tiempos de guerra. Los perjuicios sufridos por la industria y por la guerra hicieron que la propiedad estuviera apunto de arruinarse en 1946. Pero la intervención del diseñador Mackenzie Ross no solo salvó el terreno, sino que  lo transformó en uno de los mejores campos del mundo.

Está colección costera de hoyos, dunas interconectadas y zonas rocosas representa el campo de golf por antonomasia. Los hoyos del 4 al 11, que reciben su nombre por el de una roca distintiva, la “Ailsa Craig”y que se juegan al mismo lado del mar, se encuentran entre los más hermosos y difíciles de todo el planeta.

Uno de esos magníficos hoyos junto al agua es el noveno, de 455 metros, llamado “Bruce’s Castle, por las ruinas del castillo de de Robert The Bruce Rey de Escocia de 1306 a 1329. Es un hoyo de postal, cuya mera visión crea un ambiente impresionante.

Las barras traseras están situadas en una banda de tierra estrecha que se interna en el mar. Una elevación rocosa proporciona un punto de partida perfecto para un hoyo casi perfecto. Desde esos tees, hace falta desplazar la bola casi 200 metros para llegar a una calle que tiene pendientes tanto a la derecha como a la izquierda. A quienes no consigan el vuelo o cuyas bolas vayan a parar a la loma junto al green les aguardan zonas de terreno irregular y rocoso.

La calle se vuelve más estrecha según se acerca al green, también se vuelven más estrechas las posibilidades de éxito sino logra encontrar la superficie de pat.

El noveno hoyo está enmarcado por dunas arenosas y flanqueado por peñascos ásperos, y el pintoresco faro de Turnberry se yergue como testigo mudo y estoico de los numerosos marineros cuyos cuerpos yacen en la tumba acuática frente a la costa. El hecho de que las condiciones meteorológicas cambian de una hora a otra aumenta el reto que supone este magnífico hoyo.

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