Golfconfidencial. Hace años que los jabalíes se han hecho los amos del campo de golf de La Llorea, que pasa por ser el campo que más salidas tiene de España. En los últimos meses, la manada de jabalís que mora por las proximidades de La Llorea está destrozando noche tras noche el campo y el trabajo que día tras día realiza el servicio de mantenimiento.
El campo, sí, está supuestamente protegido por un cable eléctrico del que se ríen a mandíbula batiente los jabalís y que en su mayoría ni se repone desde hace tiempo, lo que les facilita deambular por todo el territorio hasta llegar a escasos metros de la cafetería (por ejemplo).
El desmán es evidente, calles completamente destrozadas; el terreno que se reparó ayer, aparece, unos metros a la derecha o a la izquierda, tan destrozado como el anterior y se hace difícil calcular el coste que está teniendo el trabajo diario de intentar aminorar el perjuicio.
Sabemos que está aprobado el gasto para cerrar el campo con una valla metálica que impida, teóricamente, el paso a los jabalís. Seguro que el coste es importante, porque hay que cerrar casi todo el campo a excepción de las zonas colindantes con la carretera que lleva a la autovía, pero la demora en la instalación de esa valla sigue aumentando los perjuicios y el gasto de mantenimiento.
La urgencia es tal que la obra de vallado está incluso llegando tarde. Tiene que haber fórmulas que permitan que la instalación sea cosa de días. Pero desde que se nos comunicó la aprobación del gasto y se nos informó que en el plazo de un mes, como máximo, todo estaría hecho, todo ha quedado en palabras.
Imaginemos que una de las piscinas municipales tiene una fuga de agua y desde hace meses, incluso años, no se repara y simplemente se le inyecta miles y miles de litros de agua. Despilfarro sería la palabra y nefasta gestión el calificativo más apropiado.
En tanto, cualquier día de estos veremos a los jabalís «patear» en los greenes, algo a lo que de momento no se han atrevido, aunque todo se andará.
