Xander Schauffele emergió del pelotón y realizó la ronda de su vida para convertirse en Campeón Golfista del Año en una apasionante jornada final en Royal Troon.
El jugador de 30 años se desmarcó del resto con una racha de cuatro birdies en seis hoyos en los traicioneros últimos nueve hoyos de Troon. A partir de ahí, fue inalcanzable.
Su total de 275 fue suficiente para nueve bajo par y un margen de victoria de dos golpes sobre Justin Rose y Billy Horschel, que sólo pudieron ponerse de pie y aplaudir después de que la ronda final de 65 de Schauffele se lo quitara de las manos.
No fue un campeonato perdido, sino un campeonato ganado. Y ganado con un estilo del que se hablará durante generaciones.
Después de pasar tanto tiempo esperando ganar un major, Schauffele tiene ahora dos en tres meses tras el éxito de mayo en el PGA Championship. Se ha convertido en el hombre para las grandes ocasiones.
El vigente campeón olímpico se preparó para el domingo volviendo a ver la épica jornada final de Henrik Stenson y Phil Mickelson en 2016. Lo que sucedió fue muy similar: una batalla campal entre los mejores jugadores del mundo.
Pero al final, Schauffele fue el último hombre en pie, con la Jarra de Clarete en sus manos. El sueño de su infancia hecho realidad.
«Cuando eres niño sueñas con ello», dijo. «Últimamente he intentado forzarme a soñar con ello. Es surrealista. Es un sueño hecho realidad».
«Últimamente he intentado forzarme a soñar con ello. Es surrealista. Es un sueño hecho realidad.
«Siempre es un viaje especial venir aquí. Creciendo en Estados Unidos, es un privilegio viajar jugando al golf.
«Es algo que siempre espero con ilusión. El viento, la lluvia, los aficionados, los búnkers profundos… lo que sea. Es algo que siempre disfruto y probablemente me ayudó a ganar esto».
