Hace un par de años nuestro periódico hermano, RRHHDigital.com, organizó una jornada sobre “Recursos Humanos y deporte” en la que el director de recursos humanos del Real Madrid Club de Fútbol, José María García de Tomás, entre otras cuestiones, comentó que a los padres de los chavales que juegan en las categorías inferiores les repiten constantemente: “es más fácil que su hijo llegue a ser Ministro de Economía que jugador del Primer Equipo”.
Les cuento esto porque llevo mucho tiempo sorprendido con el comportamiento que muchos padres tienen con sus hijos en los campeonatos que celebran, sociales o comerciales, los clubes de golf.
Volviendo al fútbol, decía Santiago Bernabéu que no quería futbolistas con padre. La verdad sea dicha, visto lo visto, ese planteamiento es fácilmente extrapolable al mundo de los dieciocho hoyos.
En los torneos que se organizan cada fin de semana en los clubes suele suceder, con demasiada frecuencia, que el ganador en alguna de las categorías sea un menor de edad, de entre doce y dieciséis años, que llevan desde los cinco o seis años jugando, que pertenecen al equipo del club y que tienen el difícil swing como un movimiento natural de su cuerpo, aparte de una portentosa pegada y un juego corto natural y certero.
Que esos campos de nuestra querida España están llenos de padres que se creen que están criando a un futuro Tiger Woods, Sergio García o a mi admirado Ernie Els, es algo tan cierto como que, en la mayoría de los casos, ninguno de ellos llega a pasar un corte en un torneo semi profesional.
Es habitual observar en las entregas de premios la indignación de los progenitores cuando se enteran de que su hijo, pupilo o retoño, no puede ir a tal o cual final nacional por ser menores de edad. El nivel de ira, de enfado y de cólera que sale de sus palabras es de tal calibre que los asistentes se sorprenden por lo escuchado y, en muchos casos, por el desconocimiento del reglamento del torneo del que hace gala el progenitor.
Independientemente de que en el libro verde de la Real Federación Española de Golf viene muy clarito las limitaciones que en los torneos se tiene a la hora de los premios que se pueden recibir, tanto los amateur, los niños y los profesionales, deja mucho que desear el desconocimiento que sus progenitores, en la mayoría de los casos, tienen sobre el reglamento del propio torneo que acaba de jugarse.
Lo más grave de todo ello es que, en el medio, está una pobre criatura que empieza a practicar un deporte con la intención de divertirse, entretenerse y poder dedicarse a una sana afición y que observa sorprendido como puede transformarse en un energúmeno quien se supone que tiene que ser su ejemplo y espejo.
Los niños, los adolescentes, tienen que jugar al golf para divertirse, para llevar una vida sana, para hacer amigos, aprovechar las ventajas que su juventud e inocencia les permite y, sobre todo, entender que la buena educación, las normas de etiqueta, el conocimiento de las reglas y la cortesía, son parte indisoluble de su práctica.
Por eso, cuando te encuentras con comportamientos tan radicales y tan fuera de lugar, recuerdas lo que don Santiago Bernabéu y el actual director de recursos humanos del Real Madrid dijeron y te das cuenta de que no hay cosa peor que un joven jugador de golf cuyo progenitor va de “padre del artista”.
@VizcainoEduardo
2 comentarios en «El padre del artista»
Bien escrito, Eduardo. Entiendo que este fin de semana habeis tenido jaleo. No es ni sera la primera vez. Un abrazo.
totalmente de acuerdo Edu, lo malo muchas veces es la ambicion de los padres a ver a sus hijos ganadores. como de costumbre tu articulo esta muy bien escrito y es muy certero. un abrazo. V
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