Se nos ha ido Michael Robinson, un gran golfista

Hoy, todos hablarán de su faceta de comunicador, de deportista. Algunos dirán que jugaba al golf. Se equivocan, no solamente jugaba, lo amaba.

Supongo que sería en 1999 cuando Michael se acerco a mi mesa en la planta novena de Torre Picasso y me dijo con ese peculiar acento: »Fernando, tengo una idea y necesito que me ayudes». Me contó que quería hacerle un homenaje a su gran ídolo Seve Ballesteros. Un torneo que enfrentaría a Gran Bretaña e Irlanda contra la Europa Continental. Un año después el torneo era una realidad.

A pesar de ello, a Michael se le veía triste y yo no entendía el porqué de su tristeza. Después de mucho insistir, me confesó la causa de su congoja: »Con todo lo que he trabajado, no podré estar en Sunningdale contigo a no ser que me ayudes con Carlos (Martínez, Director de Deportes) y me deje ir sin hacer el partido del domingo». Como podéis imaginar, Carlos se negó en redondo. Michael me suplicó que encontrara la forma de poder estar en Sunningdale para el torneo y volver a tiempo para comentar el fútbol.

Al final, pudo venir porque se consiguió técnicamente que, desde Inglaterra, pudiera comentar el partido de fútbol que se disputaba ese mismo domingo.

La noche antes del inicio del torneo, estábamos cenando en el hotel el equipo de golf: Javier Pinedo, Nacho Gervás y yo junto a Michael, Chris -su mujer- y Carlos Martínez. Era bastante tarde. Michael se levantó y dijo: »Oye Fernando habrá que irse a dormir ¿no? que mañana hay que madrugar». Me quitó un peso de encima, yo no sabía cómo mandarles a la cama. 

Al día siguiente, a las seis de la mañana, baje al hall del hotel en busca de un café cargado para comenzar la jornada. Entre la oscuridad apareció la figura del »inglés» con una cafetera, estaba nervioso por empezar. Aunque el clima de su tierra no lo iba a poner fácil. 

Llegamos a Sunningdale con una lluvia que poco a poco iba aumentando hasta el punto de que, a la hora de comenzar la competición, el campo estaba tan encharcado que no se podía jugar. En la sala de prensa Michael daba vueltas como un león enjaulado »Fernando habrá que explicar en casa por qué no se está jugando». Me propuso salir al campo con un cámara a contar lo que estaba sucediendo. Lo que menos me podía imaginar es que Michael se iba a meter en un bunker, con agua hasta las rodillas, para hacer la conexión y demostrar el porqué de la posible cancelación del torneo. Ese era Robinson.

El torneo estuvo a punto de suspenderse y si no se hizo fue porque él y Seve se empeñaron en jugar. Michael se pegó una paliza los tres días de competición caminado el campo arriba y abajo con un pesado equipo de audio comentado los golpes haciendo entrevistas, disfrutando. Si se preguntan si comentó el partido del domingo, lo hizo. Desde un set de comentaristas en el mismo campo de Sunningdale, con Carlos Martínez en Vallecas. Era tanta la complicidad entre ambos que nadie se dio cuenta.

Descansa en paz, compañero.