21 de noviembre de 2024

Natalia Escuriola, un ejemplo

Natalia Escuriola, un ejemplo

Hace unos días vi, por enésima vez, La carrera de un genio, la película que retrata la vida de Bobby Jones. Siempre me emociona la escena en la que Jones llama a los oficiales del torneo solicitando una penalidad por que su bola se ha movido.

Tanto Hagen, su oponente para la victoria en el US Open, como los oficiales no la han visto moverse de su posición. La responsabilidad recae, por tanto, en el jugador. Jones insiste en que la bola se ha movido y que merece la penalización.

Uno de los oficiales le mira, entre resignado y sorprendido, comentando “hijo te felicito” a lo que Jones contesta “¿Por qué? Es como felicitar a alguien por no matar a un semejante. No conozco otra forma de jugar al golf”.

Un ejemplo que esta semana ha dado en Finlandia Natalia Escuriola. Tras limpiar su bola en un golpe, la repuso a una tarjeta de distancia como suele ser norma en los circuitos profesionales. Sin embargo, en esta ocasión, imperaba la norma local del club en el que se estaba jugando, que obliga a reponer la bola en el mismo lugar donde reposaba antes de levantarla para su limpieza.

Escuriola supo de esta condición en el acto de entrega de tarjetas, solicitando para si misma la descalificación por esta situación. Un ejemplo de una jugadora, aún con status de amateur, que se juega sus derechos para estar en el Ladies European Tour la temporada que viene.

Un modelo que muchos de los jugadores que, fin de semana tras fin de semana, cometen irregularidades, hacen trampas y las esconden, por ganar un trofeo cualquiera.

Por cierto, Bobby Jones perdió aquel US Open por un golpe.

 

 

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