Miro por la ventana y veo un día gris, lluvioso, como tantos lo son en Pedreña.
No podía ser de otra manera. Seve se fue. No aguanto más, no pudo ganar este “playoff”, que la vida le había puesto por delante. Luchó hasta el final, como un campeón, como solía hacer en los greenes del Augusta National o en la calles de los links de Escocia, su terreno natural.
Se agolpan los recuerdos, y la verdad no sabría por donde empezar. No puedo decir que fuera su amigo. Nos conocíamos, tuve la inmensa fortuna de compartir torneos, programas de televisión y hasta ser de los primeros en conocer la existencia del “Seve Trophy”. Michael Robinson – no puedo imaginar el dolor que sentirá por esta perdida – se acerco a mi y me contó el proyecto. Los cuatro ó cinco días en Sunningdale, con motivo de la primera edición, fueron esclarecedores de la devoción que los británicos profesan al cantabro. Quizá el cariño que le faltó en su tierra.
Sigue lloviendo. No soy capaz de expresar lo que siento. Murió el hombre, descanse en paz. Nació el mito.
1 comentario en «Nació el mito»
Breve pero extraordinario y emotivo comentario Fernando, se nota que le admiras y respetas como hombre y como deportista, como muchos aficionados a este deporte entre los que me incluyo, que comenzamos, aunque tarde, gracias a la magia de Seve, y a su teson por popularizarlo.
Descanse en paz.
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