Europa demuestra que los milagros sí son posibles

Golf Confidencial . Con lágrimas en los ojos, muy emocionado y en una clara alusión a Severiano Ballesteros, sobre el mismo Hoyo 18 y en directo a las cámaras de televisión José María Olazábal dijo: «Esto es para ti». Satisfecho, un tanto incrédulo pero muy feliz por la proeza realizada, el capitán recordó que el equipo europeo nunca había remontado una desventaja de cuatro puntos en la última jornada y que, en toda la historia de la competición, es la segunda vez que se consigue tras la lograda por Estados Unidos en 1999, en Brookline.

En esta ocasión, los representantes del Viejo Continente ganaron 8 de los 12 encuentros disputados. El italiano Francesco Molinari selló un empate con Tiger Woods para cerrar el resultado, curiosamente la única igualada después de tres jornadas y 28 partidos.

El triunfo europeo fue la victoria de la fe… «Yes, we can» (sí, podemos). Ese fue otro de los lemas que se extendieron como la pólvora por la sala de los pupilos de José María Olazábal dirange la víspera de lo que se convirtió en una tragedia para los de casa.

Europa encontró también la fuerza extra en la imagen y el recuerdo de Seve. Esa fuerza se escenificó con la vestimenta para la batalla final, de color blanco y pantalones azul marino como el propio jugador cántabro acostumbraba a vestir en sus domingos de gloria. Su garra también estuvo presente en la silueta bordada de un Seve triunfante y el lema «Seve Ballesteros, 1957-2011» en la manga izquierda de la camiseta.

Todo estaba preparado para la reacción y todo salió a la perfección, tal y como lo había diseñado Olazábal la noche del sábado colocando a su artillería en primera línea de fuego.

Los cinco primeros partidos cayeron al casillero de Europa… McIlroy, Donald, Poulter, Rose y Lawrie asestaron un duro golpe con sus victorias. La ventaja estadounidense se había esfumado en unas horas, ante el asombro de los más de 60.000 espectadores arremolinados en Medinah.

En el final, pues, estaría la clave. Sergio García, Lee Westwood, Kaymer y Molinari tenían en sus manos el éxito. Y ninguno falló. El español derrotó a Jim Furyk en el Hoyo 18; el inglés Westwood dejó en la cuneta en el Hoyo 16 a Matt Kuchar y Kaymer tuvo el honor de pasar a la historia por embocar un ‘putt’ de dos metros en el último agujero, que aseguraba el empate a 14 y, por lo tanto, retener el trofeo por ser Europa la última campeona.

La víspera del comienzo de la competición, Olazábal declaró: «Seve me decía siempre, cuando ya estaba enfermo, que al final ganar la Ryder Cup se trataba de meter cuatro ‘putts‘»… Pues el último ‘putt’ dio a Molinari la posibilidad de certificar una victoria épica, en una jornada histórica que levantará ampollas en el país donde reside la gran industria del golf mundial.