Desde su victoria en el US Open, DeChambeau, ha venido postulándose como el gran favorito para este Masters en noviembre. Probando un driver de 48” hasta el mismo día antes de la competición. Con declaraciones, un poco atrevidas, sobre si para su juego, el Augusta National era mas bien un par 67 que un par 72.
Ha mostrado tanta confianza en una victoria que el resultado final de uno sobre par, con una ronda de cierre de 73 golpes, parece que no le deja en muy buen lugar.
Sabido es que el recorrido del Augusta National se presenta en algunas ocasiones como un lobo con piel de cordero. Pero en esta ocasión la única queja que DeChambeau puede achacarle al campo es la mala suerte de perder su bola, de salida en el hoyo 3, durante la segunda ronda. Una bola que terminó empotrada en un segundo corte, muy blando, debido a las lluvias del jueves justo antes de comenzar la competición que le costó un doble bogey, siete.
Su primera ronda de 70 golpes tampoco fue un dechado de virtudes, incluyendo un doble bogey en el hoyo 13, par cinco, que debía ser uno de los más asequibles según su patrón de juego. Si bien, en este mismo hoyo, dejó un zambombazo, marca de la casa, volando los árboles de la izquierda y dejándose un segundo golpe de 125 yardas hasta la bandera, con resultado de birdie. Algo parecido ha repetido este domingo en la última ronda con resultado de eagle.
La cara de DeChambeau ha sido un poema durante el torneo. Según su versión debido a problemas estomacales. No hay razón para ponerlo en duda. El bueno de Bryson habrá tomado buena nota para los siguientes compromisos. Asumiendo que la potencia no es la única vía para ganar un grande, y a él le sobran otros talentos que puede y debe explotar. Por otro lado, si le hace honor a su lugar de nacimiento (Modesto, California), no tendrá una presión extra en los »Majors».