La cena de Campeones de 2019 ya tiene anfitrión, Patrick Reed, quien ha conquistado Augusta y la chaqueta verde en medio de un final digno de este torneo, con un duelo mano a mano con Rickie Fowler y Jordan Spieth. Los tres en dos golpes, máxima tensión, silencio absoluto.
El espectáculo nos mantuvo en vilo hasta el último golpe de Reed, en el 18, donde necesitaba cuanto menos el par para asegurarse la victoria, con la tensión cortándose con un cuchillo y todas las miradas puestas en él, y en su putter. No había margen para el error.
A sus 27 años, el estadounidense ha conseguido su primer Grande, y lo ha hecho maravillando durante tres días con vueltas por debajo de 70 (69, 66 y 67) y resistiendo el último con 71 (cuatro birdies y tres bogeys) que le daban -1 en el día y -15 en total., y su gloria pudo ser aun mayor si hubiese hecho menos de 70 golpes, ya que se habría convertido en el primero de la historia en lograrlo, pero Augusta no quería ceder así como así.
Spieth, a un paso de lograr la vuelta más baja de la historia de Augusta y forzar el desempate
Reed comenzaba con tres golpes de ventaja sobre el segundo, Rory McIlroy, pero las alturas de competición, el premio y el propio campo se encargaron de insuflarle los nervios justo para que le temblaran algo las piernas y empezara con bogey en el 1; reaccionó rápido en el 3 con birdie, pero en el 6 volvía a cometer un error que, no obstante, enmendaba en el siguiente. Tras él, aprovechaban sus altibajos a mitad de recorrido los citados Spieth (ya con cinco birdies en el 9 para un total de nueve y solo un error, el bogey del 18 que le concedió un 64 total y le hubiese dado una gloria absoluta con remontada incluida) y Fowler (dos birdies para concluir con seis y un bogey y 67 impactos) y se pegaban como una lapa.
La imagen de su felicidad al vestirse con la chaqueta, prenda que le colocaba Sergio García, otro primerizo (van cuatro años seguidos en que el ganador no repite), lo dice todo. Ha ingresado en un club muy selecto.
Secuencia del último hoyo de Patrick Reed en Augusta
Muy cerca del hipotético podio se quedó Jon Rahm. El vasco al final no pudo sumarse al pelotón de asalto y con 69 golpes se limitó a mirar a los tres colosos a cierta distancia, intuyendo un posible fallo, y eso que empezó con dos birdies en los tres primeros. A la larga se ha visto que le condenó el primer día, donde se fue demasiado largo, si no, el resultado hubiese sido bien distinto y podríamos estar viéndole ahora vestido de verde. Y hasta el 15 le duró el sueño, porque ahí, donde el primer día Sergio se decapitó con varias bolas al agua, él también se iba al líquido elemento para terminar con un bogey que le frenaba en seco y le devolvía a la realidad.
No obstante, es más que aplaudible su actuación y con solo dos participaciones en el Masters ya se ha colocado cuarto, algo que no todos pueden decir. Eso sí, mira con recelo al triunfo y no descarten que lo tenga apuntado ya en su hoja de ruta.
Mientras, McIlroy no podía mantener el paso y demasiados errores le perjudicaban en demasía, haciéndole terminar con 74 y con otro año más sin lograr el Major que le falta.
Y por detrás suyo, los Stenson, Johnson (T10 con 69 golpes para el norteamericano, lejos de su habitual intensidad y pegada), Rose (T12), Thomas y Fleetwood (T17), Matsuyama (T19), Day (T20)…
Más abajo, Rafa Cabrera Bello. El canario concluía un torneo en el que no ha podido dar lo mejor de sí salvo el primer día. Se iba a recoger sus cosas tras cuatro días con una última ronda de 72 que le ha hecho terminar en el puesto 38 empatado. Algo más arriba concluían otros dos nombres propios, Tiger Woods (T32 y 69 golpes) con su vuelta más baja de los cuatro días y Phil Mickelson, otro que no ha terminado de dejarse ver en la cita (67 golpes) pero que este último día se podía ir contento, con -5 en su tarjeta y +2 en el acumulado.
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Fotos: The Masters