Por otro, 36 hoyos de competición han desvelado que el nivel de los principales aspirantes el título es muy significativo, por lo que la competición se interna, con las españolas como unas de sus protagonistas, en una vía donde aciertos y errores cobran consecuencias máximas.
El equipo español, colgado de la cuerda del abismo al término de la primera jornada, octavo clasificado en ese momento, solventó la delicada situación en la segunda ronda mediante un ejercicio no exento de sufrimiento.
Las españolas, conjuradas en la consumación del reto mediante motivadoras consignas enunciadas durante la cena previa, salieron convencidas de la posibilidad de conseguir el objetivo, materializado casi desde el comienzo a pesar de que los aciertos no acababan de concretarse en la proporción deseada.
No en vano, se volvieron a reproducir los errores, porque el recorrido valenciano de El Saler no perdona a nadie. De hecho, el resto de rivales sufrió igualmente los efectos devastadores de un diseño que precisa de máxima eficacia para acabar en la casa club con una tarjeta notable.
Soledad Fernández de Araoz, la primera española en encarar el recorrido, todas desde el hoyo 10, no encontró sin embargo el camino a pesar de batir al campo en los hoyos 12 y 1, dos birdies celebrados con la alegría que le caracteriza. Su ronda de 83 golpes reflejó las dificultades encontradas en las calles y los greenes valencianos.
Apenas diez minutos después salió en tromba Macarena Campomanes, autora de dos birdies y diez pares en El Saler, un dato mucho más relevante de lo que parece a primera vista. “He jugado sólida, sin perder el control en ningún momento. Pero lo importante es que estamos en el camino”, relataba la golfista madrileña tras entregar su notable tarjeta de 77 golpes.
Por detrás, Mónica Jessen saldaba su actuación con 81 golpes, con once pares que pusieron en evidencia su consistencia. No obstante, los bogeys que poco a poco poblaron asimismo su cartulina no encontraron réplica en forma de birdies.
Ya a media mañana, María de Orueta luchó por su parte sin éxito por volver a distinguirse como la mejor española, la vitola adquirida por la madrileña en la primera jornada. En esta segunda ocasión, sin embargo, el panorama se tornó sombrío casi desde el comienzo y su tarjeta de 85 golpes fue la descartada finalmente.
Algo mejor le fue a María Castillo, 82 golpes en casa club. La canaria sacó provecho de dos birdies muy oportunos que acercaron a España a la sexta plaza, un destino finalmente esquivo a pesar de que Natalia Martínez-Rebodero sí que bordó su vuelta con ribetes bien destacados.
Salió la última, con mucha información en su haber sobre la actuación de sus compañeras y, también, sobre sus principales rivales. Y ese conocimiento fue plasmado en una tarjeta de 76 golpes que, a su paso por el ecuador del recorrido, podía presumir de ser en ese momento la mejor de todas las participantes, 37 golpes (1 sobre par).
Un solo bogey en nueve hoyos constituía un resultado tan esperanzador como necesario para corroborar el objetivo conjunto. Y es que España, bailando toda la jornada entre la octava y la sexta plaza, precisaba de ese empujón definitivo para alcanzar la tranquilidad soñada.
Ahora, borrón y cuenta nueva, con Irlanda como primera cabeza serie como premio a los méritos contraídos en esta primera fase. Los sufrimientos pasados dan paso, en las eliminatorias por el título, a sufrimientos futuros. Alemania, vigente campeona, espera en el camino a las españolas. Pero eso es ya la siguiente historia.
Suma de esfuerzos de las instituciones
La celebración de este Campeonato de Europa Senior Femenino por Equipos es posible gracias a la aportación de una serie de instituciones y empresas unidas por el interés común de apoyar el deporte del golf, caso de EGA, RFEG, Federación de Golf de la Comunidad Valenciana, CSD, Fundación Trinidad Alfonso, Comité Olímpico Español a través del programa PAC-CV, Comunitat de L’esport y Golf Parador El Saler. Otras entidades (Rolex y Programas Mujer y Deporte) ejercen de colaboradores.
