Se conoce como seis grados de separación a la teoría que intenta probar que cualquiera en la Tierra puede estar conectado a cualquier otra persona del planeta a través de una cadena de conocidos que no tiene más de cinco intermediarios. Dicen que Internet y las redes sociales han reducido a cuatro los eslabones, en un mundo cada vez más conectado.
Pues bien, en Andalucía hay un fenómeno que estrecha aún más esa cadena: el deporte del golf. Si usted es de esas personas que nunca entendió por qué tanta pasión por eso de pegarle a una bola pequeña con un palo largo para meterla en un hoyo que está a cientos de metros, voy a tratar de explicarle en este artículo lo importante que es para los españoles en general y los andaluces en particular ese juego que se popularizó en las islas británicas hace ya más de dos siglos.
¿Alguna vez ha esperado a alguien en el aeropuerto de Málaga? Las puertas de llegadas de viajeros son un excelente lugar para observar la fisonomía de un destino (o al menos lo eran en tiempos pre-pandemia), y si algo caracterizaba a este aeropuerto, era la llegada de turistas con bolsas de palos de golf. Personas como Andrew Thorton, que al llegar se metían en un taxi como el de Salvador, que solía hacer varios traslados al día a diversos hoteles de la Costa del Sol, también conocida como Costa del Golf.
En el camino hacía su hotel en Sotogrande, Andrew y sus amigos no paraban de ver vallas publicitarias de campos de golf que ofrecían sus competitivos precios a los visitantes que llegaban ansiosos de jugar con buen tiempo, de comer bien y de bañarse en la playa. Al llegar a la recepción, Lola les recibía con su simpatía habitual en la recepción, donde Andrew le pedía que le recomendase una buena agencia inmobiliaria porque quería ver opciones para comprarse una segunda residencia allí o en Cádiz.
Allí entraba en juego Fernando, agente inmobiliario de una pequeña agencia familiar de San Pedro de Alcántara… Podíamos seguir así varios párrafos más, hasta llenar este periódico, porque el golf en Andalucía, por encima de todo, es empleo. Empleo estable y de calidad, ya que 52.000 personas trabajan en nuestra región directa o indirectamente relacionadas con el golf. Aportando a la economía de la región 5.400 millones de euros, nada menos que el 3% del PIB andaluz. Datos que se acaban de hacer públicos con la presentación del impacto económico del turismo de golf, realizado por el IE en colaboración con nuestra asociación y la Real Federación Española de Golf.
Pero como vivimos en una sociedad llena de estigmas sociales que demonizan ciertas cuestiones por creencias sin ningún tipo de razonamiento, se castiga a esta parte importantísima del sector turístico con un IVA superior.
Nuestro Andrew puede marcharse a Grecia, a Francia o a Italia, donde también hay sol y buenos campos. No podemos lastrar la competitividad de nuestro país, debemos eliminar un arancel que, debido al carácter internacional de nuestros clientes, perjudica no sólo a los campos de golf, sino a taxistas, restaurantes, hoteles, comercios….
Del golf nos beneficiamos todos. No en vano, los turistas de golf gastan en Andalucía 2.068 millones de euros al año, una vez excluido el gasto realizado en los propios campos. Es decir, 9 de cada 10 euros que gasta el turista de golf benefician a otros proveedores y subsectores turísticos.
La bajada del IVA del golf tendría un coste inferior a 80 millones de euros. Sólo el departamento de Desarrollo y Sostenibilidad Turística ha pasado de 300 a 1.300 millones de presupuesto. El turismo de golf sólo se puede desarrollar con un IVA turístico. Sólo es sostenible con un IVA turístico. Es cuestión de voluntad.
En definitiva, son miles de trabajadores que, de contar el golf en España con una fiscalidad más justa, verían cómo, siendo más competitivos en el mercado internacional, incrementaríamos el volumen de turistas que nos dan trabajo a todos.
