Le ha llevado tiempo, pero lo ha conseguido, y lo ha hecho a lo grande. Dustin Johnson se ha vestido con la ansiada por tantos Chaqueta Verde y nada más y nada menos que de las manos de Tiger Woods, figura y referente.
Le tembló algo el pulso al comienzo al norteamericano, pues la historia estaba contra él. Echando la vista atrás, seguro que recordaba, desde el tee del 1, el US Open de 2010, el de 2015 y el de 2018 y, así como el PGA Championship de esta temporada; en todos ellos, empezaba en lo más alto de la tabla el último día, como en Augusta, y en todos ellos perdió el torneo. Esta vez le tocaba que la suerte le favoreciera, y lo hizo demostrando que es mucho más que un bombardero.
A sus golpazos desde el green le sumó durante toda la semana el toque sutil de un número 1, ese que no juega ya tanto pero que en torneo que aparece, torneo en que pelea por la victoria o se la lleva. Ha sido el único en alcanzar el -20 en un campo (mejor registro de todos los tiempos) y con unas condiciones nada favorables para esos registros, con una última vuelta de 68 golpes (seis birdies y dos bogeys) para un total de dos eagles, 20 birdies y solo cuatro bogeys en todo el torneo, convirtiéndose en el único jugador de la historia en haber sido capaz de jugar 11 rondas consecutivas por debajo del par en este campo.
Impasible como suele, no se alejó del camino marcado a pesar de tropezar ya en el 1 no encontrando la calle y salvando el par, y con bogeys en el 4 (tripateo mediante) y 5 y fallando la calle del 7, se mantuvo firme y sabedor de que tendría más oportunidades, que el resto estaban lejos y no terminaban de apretar. De hecho, los siguientes se quedaron a cinco golpes (Cameron Smith (reconocimiento para él por ser el primer jugador en la historia que se apuntó una tarjeta inferior a 70 golpes en cada una de las jornadas de una misma edición) y Sungjae Im), Justin Thomas con -12 y Rory McIlroy con -11, al tiempo que Jon Rahm se tuvo que conformar con un -10 empatado en el séptimo lugar.
No recibía aplausos del público, solo los vítores de su caddie y de la organización. Seguro que no es el Masters soñado, sin baño de multitudes, aunque él siempre huya de los focos mediáticos, pero es su Masters, y ya nadie podrá quitárselo.
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Fotos: Masters de Augusta
