El estudio, que ofrecerá todas sus conclusiones en Conferencia Internacional de Accidentes Cerebrovasculares de Los Ángeles, se ha realizado sobre una base de casi 5.900 personas mayores de 65 años, a las que se ha realizado un seguimiento por un periodo de diez años.
De los estudiados, se puede extraer que aquellos que practican el golf de manera habitual, es decir, una vez al mes, tienen como mínimo un 8% menos de probabilidades de morir prematuramente (por infarto o ataque al corazón) que aquellos que no practican este deporte.
El estudio, del que se han hecho eco medios como el diario británico The Times o la cadena de televisión estadounidense CNN, arroja un dato bastante significativo: uno de cada siete golfistas falleció en estos diez años de evolución del estudio, mientras que la cifra entre los no golfistas -personas que nunca practicaron este deporte- asciende a uno de cada cuatro.
Además, el estudio refleja que el golf tiene otros beneficios que van más allá del ejercicio físico que se realiza en una ronda; practicar golf reduce el estrés y, por su propia naturaleza de deporte de exigencia física controlada, permite que aquellas personas que han sufrido un ataque al corazón o un derrame cerebral puedan reengancharse al deporte.