El recuento oficial realizado el pasado 31 de diciembre no engaña. El golf español cuenta con una importantísima y creciente base de jugadores amateurs que durante 2019 ha crecido.
Poco, muy poco, es cierto, pero ha aumentado, en concreto un 0,1% respecto a 2018, llegando a un total de 271.470 federados.
Este dato supone un incremento absoluto de 300 licencias, rompiendo con ello una prolongada racha de nueve años consecutivos de decrecimiento experimentado en el periodo comprendido entre 2010 y 2018, coincidiendo con buena parte de la prolongada crisis económica y cambios sociales que han condicionado durante muchos años el desarrollo de sectores muy diversos de la sociedad española.
Este dato confirma asimismo una tendencia iniciada en 2013, cuando se alcanzó el pico de decrecimiento (un 6.0%), posteriormente aminorado en 2014 (-3.7%), 2015 (-2.7%), 2016 (-1.5%), 2017 (-0.5%) y 2018 (-0.3%) antes de dar paso al citado crecimiento del 0.1% que dibuja una curva que, en términos estadísticos, se entiende como punto de inflexión desde el citado momento.
Tomando como referencia un periodo temporal mayor, es preciso recordar que en 1990 había 45.000 jugadores en España; el listón de los 100.000 se rebasó en 1996; se registraron 200.000 en los primeros meses de 2002; a mediados de 2004 se contabilizaron 250.000 y a finales de 2006 se superó la barrera de los 300.000 federados. El pico máximo de número de licencias se produjo en 2010, cuando hubo 338.588 federados, iniciándose desde entonces el proceso de decrecimiento descrito anteriormente.