Si los líquidos que se pierden con el sudor no se reponen durante el ejercicio, el atleta (o golfista en este caso), se deshidrata. Casi todo el mundo es consciente de que una deshidratación grave afecta drásticamente al rendimiento físico, pero incluso pequeñas pérdidas de líquidos disminuyen el rendimiento y aumentan la sensación de fatiga.
La ingesta adecuada de líquidos es un elemento importante de cara a formular la estrategia de la competición.
Durante la competición, lo ideal para un deportista sería beber lo suficiente como para reponer los líquidos perdidos. Sin embargo, en el mundo del deporte esto no siempre es práctico o posible. Por lo tanto, un objetivo realista sería el de utilizar todas las oportunidades que se brindan para beber.
Conviene tener en cuenta que uno de los efectos colaterales de la deshidratación es el aumento del riesgo de padecer problemas gástricos. Algunos atletas se encuentran mal o se sienten incómodos después de una pausa para beber y echan la culpa a la bebida consumida cuando, sin embargo, el problema real se debe a la deshidratación que sobreviene por no haber ingerido líquidos anteriormente.
El agua es un líquido adecuado en la mayoría de los deportes; sin embargo, cuando la actividad física dura más de una hora es conveniente añadir carbohidratos. Por otro lado, es más fácil ingerir una cantidad mayor de una bebida dulce que de agua. Es conveniente estimular el consumo de líquidos durante el ejercicio, haciéndolos apetitosos y manteniéndolos fríos.
La temperatura del cuerpo y el medio ambiente
Dado que el organismo utiliza el agua para su refrigeración, cualquier circunstancia que aumente la temperatura corporal, como la actividad física o la temperatura ambiente elevada, incrementará la necesidad de gua.
Las necesidades de agua en un clima cálido pueden aumentar hasta un 50-100%. Sin embargo, un aumento de la actividad física combinado con una temperatura ambiente elevada puede incrementar de 3 a 10 veces la pérdida de líquidos por la piel y los pulmones.
