El golf, como deporte al aire libre que es produce, especialmente en los meses de verano, una necesidad mayor de líquidos y la necesidad de reponer en mayor medida lo que perdemos con su práctica.
El organismo se libera del calor generado por el ejercicio mediante el sudor, que se intensifica al aumentar el esfuerzo o si aumenta la temperatura ambiente. Para mantener el equilibrio hídrico, es necesario no sólo reemplazar cada día las pérdidas normales, sino también evitar la deshidratación durante el ejercicio.
No es posible acostumbrar al cuerpo para que esté hidratado, del mismo modo que no se puede acostumbrar a un automóvil para que funcione con el radiador vacío. Satisfacer las necesidades de líquidos es primordial para mantener la ventaja competitiva, por lo que habrá que adquirir buenas costumbres desde el principio.
Para beber es fundamental no esperar a tener sed, ya que se puede producir una deshidratación parcial antes de que el organismo la manifieste. Los jugadores de golf suelen hidratarse al aumentar la transpiración pero, especialmente durante el verano, si el déficit de líquidos supera los 1,5 litros, el rendimiento se verá afectado, mientras que si alcanza los 2-3 litros, empezarán a producirse calambres o fatiga.
Sugerencias para optimizar el rendimiento
– Beber adecuadamente en cada comida
– Mantener líquidos a mano para beber durante el día, especialmente cuando hace calor. Llevar siempre consigo una botella de agua
– Cuidarse más todavía cuando hace calor. El organismo no adapta automáticamente la ingesta de líquidos en cantidad suficiente, por lo menos a corto plazo, por lo que habrá que aumentar la frecuencia del consumo de líquidos
– Rehidratarse rápidamente después de cada sesión. Para recuperar el equilibrio hídrico, es necesario beber en una o dos horas el equivalente a 1,5 veces la cantidad que se ha perdido. Por ejemplo, si al final del ejercicio se ha perdido un kilo, será necesario beber 1,5 litros para asegurar una rehidratación completa.