Fundado a principios del siglo XX por algunos socios del Cape Golf Club, destaca por contar con el viento desde los laterales, algo inusual en los recorridos pegados al mar, donde el aire suele venir de cara o de espaldas.
Esa será, sin duda, la mayor complicación que ofrecerá el hoyo (y el campo en general) a nuestro juego.
Diseñado por S. V. Hotchkin y Robert Grimsdell sobre un campo de rugby (hoyo 1), un cementerio (hoyo 2) y un vertedero municipal (hoyo 4), es en la actualidad uno de los mejores campos de todo Sudáfrica; prueba de ello es que se han celebrado un total de siete Open de Sudáfrica e incontables campeonatos nacionales tanto a nivel amateur como profesional.
Para jugarlo, lo más adecuado es golpear fuerte hacia la derecha en nuestro primer golpe, ya que así aprovecharemos más la calle y la protección que nos otorgan los árboles, dejando lejos el lago del lado izquierdo y la caída que tiene la calle hacia ese lado.
El segundo golpe, algo más sencillo pero con menos visibilidad, servirá para hacernos llegar al green o, cuanto menos, al bunker que lo protege en el flanco izquierdo.
Ya en el green, con dos inmensas montañas de fondo, podremos ser capaces de lograr el par o incluso el birdie sin excesiva dificultad.