El año pasado fue bueno, pero este, visto lo visto, apunta aun a mejor. Ya no hay dudas de que Jon Rahm es de los mejores y lo ha demostrado una vez más, en esta ocasión en el CareerBuilder Challenge del circuito PGA Tour, en medio de la incredulidad, la sorpresa y, por qué no decirlo, también del miedo y la tensión.
Y es que, tras empatar en cabeza con Andrew Landry (-22), jugador que en este torneo ha demostrado muy buenas maneras, tuvieron que irse al desempate hasta en cuatro ocasiones, tres en el hoyo 18 y una en el 10, calcándose y marcándose muy de cerca hasta que Rahm decidió dar el zarpazo definitivo.
Ya es número 2 del mundo y sólo tiene por delante al bombardero Dustin Johnson, objetivo más que real viendo el momento de uno y otro, aunque Johnson es mucho Johnson y no se dejará coger fácilmente.
El día previo, el sábado, jugó en el Stadium Course y no le fue excesivamente bien, con 70 golpes que le relegaron a la cuarta plaza, pero ya advertimos que Rahm es de los que toman nota, aprende y mejora para no cometer los mismos fallos y donde el sábado erraba, el domingo acertaba, con 67 golpes (cinco birdies sin fallo), para adelantar de una tacada a todos sus rivales, Austin Cook, Martin Piller y el propio Landry. Sin embargo este conseguía aguantar y le devolvía el ataque en los instantes finales, obligando a alargar aun más la agonía de aficionados y del propio Rahm, quien ya en la Casa Club veía como el norteamericano ponía el desempate como juez del triunfo.
Tras engrasar la maquinaria brevemente en el campo de prácticas, Rahm y Landry se dirigieron al 18 en su primera acometida. Con sorpresa tras una buena salida y llegada perfecta al green, Rahm falló el putt que le hubiese dado la victoria, por lo que hubo que repetir posiciones en el tee de salida, segundo intento; esta vez Landry fue quien mejoró y tuvo la victoria en su mano, pero erró el que hubiese sido el golpe de su primera victoria en el PGA Tour ante el asombro de Rahm y el suyo propio.
Por cambiar, se fueron al 10, donde ejecutaron de igual manera todos sus golpes, hasta el fallo con el putter en busca del birdie y la sentencia, por lo que de nuevo, firmaron tablas y se volvieron a reencontrar con el 18.
Esta vez sería la definitiva, con la noche cayendo lenta e inexorablemente sobre La Quinta; Rahm no salió demasiado bien pero emergió su versión de mago a partir del segundo golpe. Llegada al green y birdie para trasladar la presión a la otra esquina del cuadrilátero. Esta vez Landry no pudo con ella y erró el golpe, conformándose con el par y saludando debidamente, al campeón, Jon Rahm, quien se fundía posteriormente en un abrazo con su caddie y con su novia.
Supera así a Jordan Spieth y ahora le toca defender título, pues viajará a Torrey Pines, donde su idilio con las victorias comenzó y donde puede dar otro zarpazo a la clasificación.
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Fotos: PGA Tour