Las pruebas de alcoholemia a las que se sometió Tiger Woods nada más ser detenido por la policía han confirmado que no conducía en estado de embriaguez.
Las dos pruebas de alcoholemia que le realizaron respaldam en un principio, las afirmaciones del propio jugador, quien había asegurado que la policía no le detuvo porque estuviera conduciendo ebrio, sino porque había quedado dormido al volante tras «una inesperada reacción» al tomar unos medicamentos prescritos por un médico.
Recordemos que el ‘Tigre’ fue arrestado sobre las 3:00 AM del pasado lunes en el sureste de Florida, por conducir «supuestamente» bajo la influencia de sustancias tóxicas, alcohol y marihuana, pero nada más lejos de la realidad, ya que tras pasar dos controles de los agentes, los cuales dieron negativo, se confirmó que su estado se debía a unos medicamentos recetados por su médico.
«Estaba adormilado y tenía problemas para levantarse, hablaba despacio, poco fluido, y le costaba caminar sólo; de hecho, no podía mantener la posición inicial, ni seguir la línea, se balanceaba con los brazos…», rezaba el informe.
Por su parte, el norteamerciano ofreció su propia versión: «Lo que ocurrió fue una reacción inesperada a unos medicamentos recetados. No me había dado cuenta de que la mezcla de medicamentos me había afectado tan fuertemente».