Considerado como uno de los hoyos más difíciles del golf profesional, este hoyo 18 del WGC-Cadillac se presenta como un desafío en toda regla para los jugadores, ya que en ocasiones suele destrozar una gran tarjeta y eliminar de un plumazo las aspiraciones de muchos de ellos.
Es este un par 4 de 435 metros, con una salida difícil y tensa, entre el obstáculo de agua que bordea la izquierda y los árboles de la derecha, casi siempre contra viento, y luego queda un segundo golpe de 165 a 200 metros, por encima del agua, a un green estrecho defendido por cinco bunkers.
El único hoyo más difícil del Circuito Europeo la temporada pasada fue el 18 de Le Golf National con una media de 4,60 golpes en el Open de Francia 2015.
Ninguno de los 72 hoyos de los grandes estuvo tan difícil como el 18 de Doral. El que más se le acercó fue el 18 de Whistling Straits con una media de 4,54 golpes en el Campeonato de la PGA.
El año pasado en el WGC-Cadillac menos del 5% de los participantes hicieron birdie. El segundo día solo hubo uno, el de Charley Hoffman, mientras que menos de la mitad fueron a calle y menos de uno de cada tres fue a green en regulación.
Hasta el ganador, Dustin Johnson, sufrió en el 18: hizo tres más en los cuatro días; para Danny Willett, el número 15 del mundo, el 18 de Doral es el hoyo final más difícil del mundo: «No he jugado ninguno tan difícil en ningún campo. Con viento a favor sería otra cosa, pero aquí el viento dominante es en contra o de la izquierda, y se pone larguísimo para los pegadores normales. Ayer teníamos drives bastante buenos y estábamos a unos 190 metros de la bandera. Estás tirando con un 3 o un 4 a un green que no está diseñado precisamente para recibir un hierro largo».
Bubba Watson es aún más contundente que Willett: «Es un hoyo imposible» y eso que ha quedado entre los tres primeros en el WGC-Cadillac tres de los cuatro últimos años, y pegada no le falta.
