Dos semanas después de su dura derrota en Abu Dhabi, el golfista alemán Martin Kaymer valora con una honestidad impresionante una experiencia que, insiste, le ayudará no solo a elevar su golf a otro nivel sino a definirse como persona.
Inteligente, simpático, modesto y totalmente sincero, su explicación de cómo ha procesado en su cabeza lo que el mundo entero vio como un colapso, es muy reveladora.
No muchos deportistas de primera fila se atreverían a abrir así su mente al público, pero la actitud y las palabras de Kaymer transmitían tal sensación de catarsis que solo se podía concluir que ha superado totalmente las consecuencias negativas del fiasco de Abu Dhabi.
Ante todo reconoció que le costó 24 horas asimilar, con la ayuda de su padre y de su hermano Philip, esa vuelta final de 75. Luego le preguntaron si había venido a Dubái a demostrar algo.
Su respuesta fue: «¿Demostrar algo a quién? Esa es la cuestión ¿Para quién lo haces? ¿Lo haces para los demás, para satisfacer sus expectativas? ¿Lo haces para ti mismo?»
«No he venido a Dubai para demostrar a nadie que puedo ganar un torneo, eso no me interesa. He demostrado ya muchas veces que sé ganar, he resuelto muchas situaciones mucho más difíciles y mucho más importantes, por eso sé que el problema no está en mi juego».
«El domingo jugué mucho peor que el jueves, el viernes y el sábado por motivos que no tienen nada que ver con la técnica ni el swing. Lo que me pasó el domingo, liderar por diez y perder, no me había pasado nunca. Es una situación nueva para mí, y tengo que decir que me alegro de que haya ocurrido, porque son cosas que, antes o después, ocurren en una carrera. Es muy difícil evitarlo, y no sé si tan bueno».
«Lo pasas muy mal en el momento, pero luego vuelves más motivado porque ese día creciste en el campo como jugador y como persona. Ese día recibí una lección de vida, no solo una lección de golf, y por eso me alegro de que ocurriera. Supe hacerlo bien en el US Open, en Sawgrass, en la Ryder y en muchos otros torneos que he ganado de punta a punta, o en 2010 cuando ganaba sin parar. Abu Dhabi ha sido diferente y ahora me alegro, porque creo que una cosa así es positiva para cualquier deportista. Aunque suene raro, no ha sido una mala experiencia. Ha sido una mala tarjeta, pero esa tarjeta ha revelado muchas verdades sobre mí mismo, por ejemplo, que no somos máquinas, que la ingeniería alemana no funciona siempre… suele funcionar, pero de vez en cuando falla. Esa lección ha convertido ese domingo en un gran día para mí».
Con esta actitud mental unida a la calidad de su juego, a nadie le extrañaría ver a Kaymer en la pelea por el título del Omega Dubai Desert Classic este domingo. Tendrá enfrente a jugadores de la talla de Rory McIlroy, Henrik Stenson, Sergio García, Ernie Els o el defensor del título Stephen Gallacher, y eso es lo que más le motiva.
«Uno de mis mejores recuerdos en golf es precisamente de este torneo. Fue en 2008 y yo acababa de ganar mi primer título en Abu Dhabi. Tiger ganó aquí ese año y yo quedé un golpe por detrás. En esa época fue super emocionante para mí porque solo llevaba un año en el Tour y estuve a punto a salir a desempatar con el mejor del mundo. Terminé birdie, birdie, eagle, y pensé que el eagle sería suficiente para forzar el desempate, pero Tiger hizo lo que solía hacer siempre, que fue terminar con birdie para ganarme… pero esa emoción no se me olvida. Esta semana me siento muy bien y muy tranquilo porque me he reconciliado con lo que pasó en Abu Dhabi. Pensándolo bien, no perdí gran cosa: unos puntos del ranking, un trofeo y algo de dinero… pero todo eso lo puedo recuperar».
Todo hace pensar que la ingeniería alemana va a seguir funcionando igual o mejor que antes.