23 de noviembre de 2024

Los mimbres de Merion

El mundo del golf tiene esta semana su segunda gran cita, el U.S. Open. Treinta años después, Merion vuelve a ser sede del abierto americano. Es un campo con un aura especial, uno de los que todo aficionados a este deporte desearía pisar alguna vez.  Jugarlo, como dice el dicho popular, ya sería la leche.

 

Merion tiene el aroma clásico de los diseños antiguos. Es un recorrido que te reta golpe a golpe. Es cierto que se ha quedado corto para los tiempos actuales, pero ya verán como no desmerece en absoluto ante los grandes jugadores del siglo veintiuno.

En estos días, estamos acostumbrados a ver jugadores atléticos que basan gran parte de su juego en el poderío de sus golpes y en el conocimiento milimétrico del campo al que se han de enfrentar. Merion les desafiará desde el primer tee de salida. Aquellos que solo piensen en el driver, se equivocaran una y otra vez. Aquellos que sepan usar con versatilidad su bolsa, tendrán muchas opciones.

Además, los mimbres. Si algo caracteriza a nuestro deporte es la bandera que espera a los jugadores en cada hoyo. Santo y seña del green que indica. Aliada en muchas ocasiones, esquiva en otras. Con información precisa desde donde sopla el viento y hacía donde se ha de apuntar. En en Merion, todo ello no tiene sentido, o tal vez si. Este singular campo de Philadelphia usa desde sus primeros tiempos cestos de mimbre en lugar de banderas que obligan al jugador a sentir el viento, a imaginar un segundo golpe sin una información vital en los tiempos actuales que les va a obligar a tirar de experiencia y talento.

Sin duda, Merion es un campo para comprobar los mimbres con que están hechos los grandes jugadores de hoy en día.

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