El director creativo de la firma, asegura que la aerodinámica del traje hace correr 0,043” más rápido a quien lo lleva (en algunos artículos reducen esa cifra a los 0,023”). Esta diferencia, realmente nimia, puede llegar a ser determinante en las carreras cortas, ya que en ellas tan sólo centésimas de segundo marcan la frontera de acceso al podio. ¿Cómo se han podido robar esas centésimas al crono?
Según se afirma desde Nike, gracias a las más de 1.000 horas de pruebas en túnel de viento a las que el Turbo Speed debe su especial diseño. ¿Y qué tiene éste de particular? Pues que presenta una serie de orificios en varias zonas gracias a los que se han incorporado en el traje las propiedades aerodinámicas que las pelotas de golf deben a sus hendiduras.
Los orificios que presenta el traje en la espalda y otras zonas del cuerpo están ubicados estratégicamente para disminuir la resistencia del aire y mejorar el rendimiento de los velocistas. ¿Hasta qué punto esto es cierto o se trata de una estrategia de marketing? Sin ser tajantes, en la web The Science of Sport son escépticos con respecto a los supuestos beneficios del traje TurboSpeed, ya que admiten no conocer al detalle la metodología empleada por Nike durante las pruebas de medición de velocidad y resistencia al viento.
Además ven exagerada la posible equiparación de estos trajes al bañador diseñado por Speedo, cuyo uso fue prohibido al quedar demostrada a golpe de victoria y récord mundial su eficacia para favorecer el deslizamiento sobre el agua. El argumento para desestimar esta comparación se centra en señalar que la supuesta ventaja objetiva para los corredores (0,023” o sea el 0,2%) es ocho veces menor a la que proporcionaron los bañadores (1,6%) y que incluso podría tratarse de un error de medición no considerable ni científicamente. El caso es que la polémica está servida y no podremos salir de dudas hasta el día en el que los atletas embutidos en el traje TurboSpeed salgan a correr en pista. Ya queda menos.