Un lunes por la mañana reina la tranquilidad en el Real Club de Golf El Prat. La actividad de la institución, que desde hace siete años tiene sus instalaciones en Terrassa (Vallès Occidental), se concentra en el fin de semana, cuando la mayoría de sus socios cambian la oficina por los palos de golf. La dirección ahora busca fórmulas para aumentar su actividad entre semana, y su objetivo es claro: el mundo empresarial.
El club pretende potenciar la celebración de concursos privados, cuyo coste oscila entre 6.000 euros y 14.000 euros, en función de los servicios adicionales que se soliciten. “Queremos demostrar a las empresas que es una buena fórmula para tejer relaciones”, afirma Federico Montllonch, presidente de la entidad desde junio de 2010. “Además –añade–, es una forma de captar futuros socios que quizás antes no habían venido”.
El equipo que encabeza Montllonch también ha creado la figura del socio corporativo, que permite a las compañías ofrecer los servicios del Golf El Prat a sus dos principales ejecutivos. En paralelo, se ha constituido un club de empresas, del que ya forman parte Damm, Banco Sabadell y Allianz. Estos acuerdos de colaboración contemplan que las corporaciones tienen derecho a utilizar las instalaciones para celebrar actos, así como promocionar sus productos entre los socios.